Abraza tu vulnerabilidad. No necesitas ser perfecto y nadie desea verdaderamente a una persona “perfecta” en sus vidas.

Muchos cometemos el error de querer mostrar siempre nuestro mejor rostro. A menudo tratamos de esconder nuestras muchas imperfecciones, pensando que quizá con ello lograremos obtener una mejor relación con quienes nos rodean. El problema de pensar de ésta manera radica en que al hacerlo no te estás dando permiso ni das permiso a otros de conectar auténticamente. Por un lado te estás negando a encontrar comprensión en los demás respecto a tus necesidades y por otro; puede que tu actitud pueda ser interpretada como arrogante o pretensiosa.

¿Quién se sentiría seguro de compartir sus problemas, dudas y falencias con alguien que se muestra siempre perfecto? ¿Quién se sentiría cómodo de pasar su tiempo con una persona que pareciera que tiene la vida por entero resuelta? Probablemente nadie. Una apariencia de total perfección además de generar envidias en tus detractores; promueve inseguridades en quienes te admiran, pues éstos últimos se alejaran de ti, para que no puedas percatarte de sus deficiencias.

Una de las mayores contradicciones a las que nos enfrentaremos al momento de construir nuestra mejor versión es ésta: si quieres ser más seguro de ti mismo, debes aprender a abrazar tu vulnerabilidad.

Nada en ti debería generarte vergüenza. Al momento de tratar de esconder tus defectos le estás dando demasiado poder a las opiniones de otros, lo cual es un marco mental pernicioso. Una persona que se ama, lo hace por quien es sin abandonar su lucha por convertirse en quien está destinada a ser.

Cuando aceptas tus debilidades y admites tus imperfecciones frente a los demás, permites que éstos te vean como un ser humano. No está mal ser imperfecto, especialmente cuando estás activamente luchando por ser mejor. El hecho de saber que tienes batallas pendientes y que has perdido algunas pero no te has dejado derrotar por la vida puede resultar inspirador.

Todos disfrutamos las historias de éxito. Pero las que más nos emocionan son aquellas de personas que pese al mal tiempo supieron salir avantes de la tormenta. Un triunfo sin retos es un triunfo hueco.