Te ofrezco una simple y dura verdad: no podemos cambiar a las personas.

Podría parecer una obviedad, pero no lo es para muchos.

No estoy afirmando que las personas no puedan cambiar. Las personas siempre están listas para el cambio, pero no lo buscaran hasta que su voluntad de mejorar sea mayor que la comodidad de permanecer igual. Y las personas nunca sentirán ese anhelo hasta que dispongan de una visión de su propio futuro que les impulse a la acción.

No podemos cambiar a las personas, ni es nuestra responsabilidad encaminarlas en el sendero de la vida que deseamos para ellas. Todos somos responsables de nuestras propias emociones y no podemos desear para otros más de lo que ellos quieren para sí mismos.

Es ingenuo creer que la gente cambiara sólo porque es algo bueno para ellas. De ser así no existiría la drogadicción, el alcoholismo, el tabaquismo, la criminalidad ni las relaciones destructivas…

Sí esa persona especial para ti no está lista para dejar atrás algo que le lastima o le impide crecer, no puedes hacer nada al respecto salvo ser paciente y esperar a que culmine sus propios procesos. O abandonar ese barco si sientes que te está hundiendo con él.

No podemos cambiar la vida de las personas que amamos, sólo facilitar dicho cambio mediante nuestra ayuda, cuando ellos la ocupan y la buscan. No antes.

Repito: no podemos cambiar a las personas. Entender ésta humilde verdad puede hacer una diferencia en tus relaciones y expectativas.