Qué atrae a las mujeres, ha sido algo que hombres de todos los tiempos han querido saber. Afortunadamente la ciencia hoy nos da la respuesta.
Una de las principales razones por las que la respuesta a la pregunta «¿qué atrae a las mujeres?» parece tan esquiva, es que dicha pregunta está mal planteada. Asumir que todas las mujeres tienen los mismos impulsos, necesidades y motivaciones, puede resultar poco realista. Evidentemente, a algunas mujeres les gustan más los hombres delgados que los musculosos, pero también abundan las que los prefieren de ésta clase de físico por parecerles especialmente varoniles. Hay quienes le dan un especial peso al estatus social o la riqueza, pero también las hay quienes no lo consideran como el elemento prioritario en aquello que buscan. Dicho de otra forma, siempre habrá diferencias.
Si tu intención al aprender dinámicas sociales y seducción es poder seducir a todas las mujeres, estás en un error, puesto que algunos rasgos atractivos en un escenario y frente a cierto tipo de mujer, podrían ser repulsivos para otra en un contexto distinto.
Tabla de contenidos
Conviértete en el hombre que desea el tipo de mujer que a ti te gusta
Tu objetivo no debería ser el de intentar gustarle a todas las mujeres, pues además de no ser algo posible; no resulta congruente con los valores de un hombre que se preocupa por sí mismo y su valiosísimo tiempo. Tampoco es una buena idea obsesionarte con una chica en concreto, puesto que no por mucho invertir en ella y adecuarte a sus necesidades lograrás volverte más atractivo a sus ojos; sino que lo contrario es lo más probable.
La mejor estrategia consiste en preguntarte qué tipo de mujeres son las que prefieres en abstracto, indagar sobre aquello a lo que reaccionan el común de ellas y con base en ello; establecer estrategias claras sobre cómo seducirlas. De ahí que la pregunta correcta no sea ¿qué atrae a las mujeres?… sino: ¿qué atrae a las mujeres que te gustan?
Así como la especialización laboral obra maravillas en el mundo del trabajo, pues logra incrementar la productividad y los ingresos de la gente; en el mundo de las relaciones personales especializarte en aquellas habilidades sociales y seductivas que mejor pueden serte de utilidad para lograr los resultados que necesitas, te serán de gran ayuda para conseguirlos. Ahora bien, si bien es cierto de necesitas adecuar tu estrategia al caso concreto, también es cierto que existen ciertos principios que rigen la seducción en lo general, por lo que conviene que los conozcas.
Conecta más allá de las palabras
No trates de convencer con palabras a una mujer para que se sienta interesada por ti. Además de verse desesperado no funciona.
El primer paso para seducir a alguien consiste en generar atracción, sin embargo la atracción no es algo que puedas negociar o que alguien elija sentir, sino que responde a un elemento más primitivo de nuestra especie y se genera a un nivel menos racional que el resto de nuestras decisiones, es por ello que para crearla necesitas comprenderla y aprovechar dicho conocimiento en tu beneficio.
Los interruptores que generan atracción en los hombres y las mujeres son diferentes, simplemente porque los incentivos biológicos de cada uno de nosotros también lo son. Mientras que en el mundo natural previo al surgimiento de las primeras civilizaciones, los varones ocupaban para preservar su carga genética aparearse con el mayor número de mujeres fértiles y sanas, siendo la belleza física el mejor indicador de tal condición; ellas por su parte precisaban elegir con cuidado a la mejor opción de su entorno, pues la inversión de quedar embarazada era demasiada como para desperdiciarla en hombres que no merecían la pena, por lo que un varón que pudiese proveerles recursos y asistencia de alta calidad, era sumamente deseable.
Si bien es cierto que las circunstancias son distintas en el mundo moderno frente a las que se suscitaban en el pasado, nuestros instintos no lo son y buena parte de nuestras respuestas emocionales siguen siendo las mismas pues estamos biológicamente programados para ello, pese a que terminemos racionalizando cosas que acontecen a un nivel mucho más profundo de nuestra naturaleza humana, como es el caso de la atracción.
Para efecto de entender lo anterior, conviene dejar de lado nuestros prejuicios sociales y analizar un poco nuestra biología. No debemos olvidar que somos animales y como tales tenemos muchos elementos en común a especies que nos son similares, por lo que te invito a mantener tu mente abierta y analizar el tema desde esa perspectiva.
¿Qué nos dice la biología del sexo en nuestra especie?
A partir de aquí todo se vuelve muy científico, pero te recomiendo mucho que tomes atención puesto que vale mucho la pena que aprendas lo que distintas investigaciones dicen sobre la psicología femenina.
En la naturaleza la función evolutiva del sexo es lograr propagar la carga genética propia al mismo tiempo que se mejora la calidad genética de nuestra descendencia mediante la reproducción, por lo que ambos sexos buscan asegurar la mejor alineación genética posible para conseguir el mismo resultado. Sin embargo machos y hembras parten de una estrategia diferente al momento de la selección sexual: los primeros premian la cantidad y las segundas la calidad de sus parejas. En palabras del biólogo Duque Osorio (2018) “la selección sexual predice que los miembros del sexo que menos invierte energía biológica en reproducción (los machos) van a competir por los miembros del sexo que más invierte en reproducción (las hembras)”. En éste sentido, es posible apreciar que la competitividad entre machos, y la alta selectividad de las hembras, son características presentes en prácticamente todo el reino animal.
Weckerly (1998) por su parte aprecia una correlación entre el tamaño de los gametos (los gametos son las células sexuales como óvulos y espermatozoides) y la conducta sexual. Considera que toda vez que un óvulo humano es 85,000 veces más grande que un espermatozoide, en nuestra especie es posible apreciar un enorme dimorfismo gamético, el cual afecta la totalidad de nuestra biología y psicología. Lo anterior se traduce en que existen diferentes estrategias sexuales para hombres y mujeres acorde a nuestra propia programación genética, obedeciendo en todo caso a las diferencias de inversión de unos y otras en la reproducción y crianza.
Una mujer en su vida produce un aproximado de 400 óvulos, de los cuales un máximo de alrededor de 20, se pueden convertir en bebés. Por otra parte, un hombre en promedio libera unos 100 millones de espermatozoides con cada eyaculación. Una vez conseguida la fecundación, el compromiso meramente físico de un hombre ha concluido, y ambos sexos se benefician por igual pues la representación genética de cada miembro de la pareja en la descendencia es la misma (50%) (Duque Osorio, 2018).
En éste orden de ideas, el éxito reproductivo de los machos depende de la cantidad de hembras con las que le es posible copular, mientras que el éxito reproductivo de las hembras no depende de con cuantos machos se aparea, sino de la calidad de los mismos. Teniendo en consideración esto y que en el caso de nuestra especie la crianza de un niño es difícil y demandante, las mujeres tienen mucho más que perder en caso de elegir mal a su pareja, por lo que acostumbran ser mucho más cuidadosas a la hora de elegir. (Evans & Zarate, 2010) (Dunbar et al., 2011)
Lo anterior explica porque el papel del varón al momento del cortejo se suele abocar principalmente a la exhibición de su alto valor, mientras que el de la mujer se suele centrar en demostrar su belleza física. Esto también esclarece la propensión masculina a la poligamia, es decir a buscar una amplia cantidad de experiencias sexuales y la predilección femenina por la hipergamia, dicho de otra manera a desear vincularse a los hombres que reconocen como de igual o más alto valor que ellas.
Vinculado a lo anterior, una enorme diferencia en cuanto al comportamiento sexual de mujeres y hombres, es que estos últimos, ante la más mínima insinuación sexual, se excitan (Moir & Jessel, 1992) (Ellis & Symons, 1990) Tal comportamiento se puede apreciar en muchas otras especies con condiciones similares de inversión sexual.
Resultaría poco útil biológicamente hablando que las mujeres se excitaran fácilmente al ver fotos de hombres desnudos, pues las mujeres en edad fértil disponen de una amplia variedad de pretendientes sexuales, por lo que dicha disparidad en el mercado sexual y emocional, les permite disponer de la posibilidad de buscar el mejor compañero posible u obtener recursos por su favores sexuales con bastante facilidad (Duque Osorio, 2018). La escasez de opciones hace que los hombres por su parte estén sexualmente más receptivos, por lo que la mayoría a nivel instintivo perciben la desnudez femenina como una invitación, mientras que las mujeres podrían percibir la desnudez masculina como una amenaza.
La razón por la que no hay un mercado pornográfico para las mujeres ampliamente consolidado, es que a diferencia de los hombres, ellas no buscan ver imágenes de hombres desconocidos desnudos con los cuales podrían tener sexo. Lo más parecido a la industria pornográfica para las mujeres, son las novelas románticas, en las que el sexo es descrito en un contexto de emociones y no simplemente como un acto de genitalidad (Pinker, 2009) (Salmon & Symons, 2004) (Snitow, 1979).
La avidez masculina por el consumo de pornografía se fundamenta en el hecho de que la mayoría de los hombres anhelan y están instintivamente programados para tener sexo con la mayor cantidad de mujeres posible, sin reparar demasiado en la calidad de las mismas como potenciales parejas a largo plazo.
La cantidad y variedad de compañeras sexuales suele incrementarse conforme el macho de nuestra especie dispone de dominio sobre un mayor territorio y una más amplía capacidad de proveer recursos con los cuales atender a sus potenciales crías. (Duque Osorio, 2018)
De manera llana, esto significa que entre más dinero tenga un hombre, le será más fácil ser promiscuo, toda vez que existen fuertes incentivos sociales y biológicos que hacen que nuestra especie tienda a la poliginía (Low, 2001). Siendo éste tipo de vinculo, aceptado en más del 80% de las culturas humanas (Dunbar et al., 2011) (Pinker, 2009), inclusive cuando las sociedades en apariencia se muestran como monógamas, toda vez que es una práctica extendida entre los hombres acaudalados disponer de relaciones monógamas secuenciales y socialmente aceptadas, es decir, suelen divorciándose de sus esposas cada cierto tiempo para casarse con mujeres más jóvenes y atractivas (Evans & Zarate, 2010) (Dunbar et al., 2011)
Los hombres suelen estar predispuestos a copular con cualquier mujer que le resulte suficientemente atractiva, mientras que la mayoría de las mujeres en edad fértil tienen numerosas opciones sexuales para satisfacer sus necesidades físicas cuando éstas se presentan. Lo cual, explica porque razón es más probable que un hombre le pague a una mujer por tener sexo y no al revés. (Duque Osorio, 2018) Las mujeres pueden utilizar el sexo para conseguir favores y a menudo lo hacen de manera más o menos consciente. Esto no es nuevo ni exclusivo de las sociedades contemporáneas. En las primeras sociedades humanas, las mujeres abiertamente pedían regalos a sus amantes; generalmente carne, por lo que ser cazador resultaba una buena alternativa para lograr reproducirse.
¿Los hombres son más promiscuos que las mujeres?
Lo señalado hasta ahora podría llevarnos a pensar que los hombres somos más promiscuos que la mujer, pero lo cierto es que dicha afirmación no es por entero cierta. La diferencia entre unos y otros, está en la selección de las parejas sexuales. Las mujeres le dan mayor importancia a la calidad de sus compañeros sexuales y la discreción de su vida íntima, toda vez que existen incentivos sociales para reprimir la promiscuidad femenina a la par que se incentiva y premia la masculina. Esto genera un curioso fenómeno en el que hay unos pocos hombres dispongan de una vida sexual extraordinariamente activa (de ahí el mito del «macho alfa»), mientras que el la mayoría de los varones tiene una vida sexual menos variada y abundante que el promedio de las mujeres.
Las mujeres suelen ser infieles porque les resulta redituable serlo, ya que con ello pueden acceder a conseguir buenos genes para sus hijos de relaciones fugaces, o recursos adicionales de sus amantes estables y acaudalados (Pillsworth & Haselton, 2006), sin escapar de la seguridad que le proporciona una relación “oficial” de cara a la sociedad.
Lo anteriormente dicho no implica que los hombres y las mujeres estemos siempre buscando una estrategia de largo o corto plazo en nuestras relaciones sexuales o que seamos incapaces de ser monógamos. Tanto los hombres como las mujeres presentamos signos de estar programados para ser monógamos de una determinada manera y promiscuos de otra, la principal diferencia radica en las estrategias de emparejamiento a corto plazo, o en cómo hombres y mujeres son promiscuos. Cuando optan por la infidelidad o la promiscuidad, los hombres se centran en las grandes cantidades y las mujeres en la calidad. (Schmitt, 2003).
Tanto hombres como mujeres emplean estrategias de apareamiento de largo plazo y de corto plazo. No obstante, el condicionamiento social represivo respecto a la promiscuidad femenina suele incentivar un fenómeno muy curioso llamado dicotomía prostituta vs virgen (Pinker, 2009). Cuando se trata de conseguir relaciones de corto plazo, muchos hombres prefieren mujeres promiscuas, bajo la expectativa de conseguir sexo fácil. Sin embargo, cuando se trata de establecer una relación de largo plazo, existe una marcada preferencia por mujeres fieles y juiciosas, con el objetivo de minimizar el riesgo de ser víctimas de infidelidades y de terminar criando hijos ajenos.
¿Por qué razón mujeres hermosas salen con hombres feos?
Tratándose de relaciones de corto plazo, las mujeres suelen darle cierta importancia al físico, pero en general, el aspecto físico de un pretendiente no es lo más importante para la mujer. De acuerdo con un estudio efectuado en Alemania, se demostró científicamente que los hombres dan mucha más importancia al atractivo físico de sus parejas que las mujeres. Y aunque las mujeres seguían sintiéndose atraídas por los hombres guapos, eran más propensas a considerar la posibilidad de salir con individuos menos atractivos si poseían otras cualidades que ellas valoraban (Greitemeyer, 2007).
Otro estudio logró demostrar que la selección de pareja entre las mujeres depende en gran medida del contexto. En tal experimento, se solicitó a hombres y mujeres que evaluaran el atractivo del otro durante un evento de citas rápidas. Los resultados demostraron que las mujeres con mayor índice de masa corporal (es decir más gordas) o menor atractivo facial eran menos selectivas que sus homólogas más delgadas y atractivas. Aunado a lo anterior tales mujeres eran aún menos selectivas cuando había más mujeres atractivas en la sala. En dicho escenario, era el atractivo de ella y no el de él, el que influía en su selección (Overbeek et al., 2013).
También parece que algunos estereotipos relacionados con la atracción pueden estar basados en la verdad. Por ejemplo, las investigaciones demuestran que las mujeres prefieren mayoritariamente a los hombres más altos que ellas. De hecho, según un estudio realizado en 2012 en los Países Bajos, las mujeres están más satisfechas con un hombre que sea aproximadamente 21 cm más alto que ellas. Por el contrario, los hombres se sienten mucho más cómodos cuando son al menos 8 cm más altos que su pareja (Stulp et al., 2013).
Disclaimer
Antes de que los censores de la corrección política y los miembros más ultraconservadores de la generación de cristal decidan funarme, conviene señalar que todo esto que he mencionado corresponde a biología pura. No me lo inventé yo. Es el producto de las investigaciones de brillantes científicos que llegaron a esa determinación y es muy fácil de demostrar que es cierto a través del análisis de la experiencia. ¿O acaso vives en un curioso lugar donde los hombres no desean tener sexo con muchas mujeres y ellas se acuestan con todos los hombres que se les presentan sin importarles lo más mínimo lo que los demás piensen de ello?… Lo más probable es que no, así que supongo que entiendes mi punto.
Evidentemente, en la actualidad el objetivo del sexo ya no es la reproducción y las mujeres son mucho más independientes y progresistas, sin embargo los mecanismos biológicos que impulsan buena parte de nuestras decisiones en materia de atracción siguen siendo los mismos.
¿Qué atrae a las mujeres según la ciencia?
Después de haber estudiado todo lo que hemos visto hasta ahora, cabría preguntarnos: qué nos indican todos estos datos?
Por un lado, nos dice que a los hombres les preocupa ser considerados físicamente atractivos porque es más probable que juzguen a las mujeres según este mismo criterio. Y aunque la apariencia es importante para las mujeres, suelen basar su selección de pareja en factores más contextuales. Algunos ejemplos sorprendentes son la disponibilidad de la competencia y la estimación de su propio atractivo.
Lo anterior demuestra que si bien es cierto que la belleza masculina es valorada por las mujeres, no lo es tanto como la belleza femenina resulta deseable para los varones y que el grado de selectividad de la mujer es inversamente proporcional a su propia autopercepción de belleza, no a la de sus potenciales compañeros sexuales. Dicho de otra manera, no necesitas ser guapo para seducir, pero sí que es necesario que ellas te consideren especialmente valioso.
Retomando el tema de la diversidad, resulta evidente que lo que es valioso para una mujer no lo es para otra y que la propia noción de lo que se valora cambia a lo largo de la vida, por lo que dichos interruptores de atracción precisan ser interpretados de acuerdo a las características propias del tipo de persona que resulta de nuestro interés.
Mujeres con un gusto especial por las artes quizá encuentren especialmente valioso a un músico poco reconocido, con especial sensibilidad en el tipo de música que ellas prefieren pese a que otras mujeres lo pudiesen ver como alguien mediocre con quien jamás se acostarían. No obstante, entre más características que proyecten un alto valor tenga el varón, resultará atractivo a un espectro más amplio de mujeres, por lo que ese mismo músico al obtener fama y riqueza, evidentemente tendrá un basto abanico de oportunidades con chicas a las que difícilmente podría haber accedido de no desarrollar esas nuevas cualidades.
A menudo se suele pensar que las mujeres sólo se decantan por los «chicos ricos» o por los que tienen mucho valor social. Aunque no es explícitamente cierto, existen bastantes pruebas científicas que apoyan tal afirmación. Por citar un ejemplo, el estudio de 2007 mencionado con anterioridad (Greitemeyer, 2007) también descubrió que las mujeres son mucho más propensas a juzgar a un hombre en función de su estatus e ingresos percibidos.
Esto está respaldado por un estudio de 2013, que constató que las mujeres se inclinaban más por el estatus social que por la apariencia durante la selección de pareja (Li et al., 2013). No obstante, vale la pena matizar la anterior afirmación. En dicho estudio se demostró que las mujeres eran más propensas a basarse en estos criterios cuando se les pedía que consideraran a sus parejas para relaciones a largo plazo, sin embargo, aunque el estatus seguía siendo importante en los romances a corto plazo, las mujeres se centraban mucho más en la apariencia cuando el matrimonio estaba fuera de la mesa.
Para la mayoría de la gente, estos resultados no serán del todo sorprendentes. Después de todo, el acceso de un hombre a los recursos siempre ha estado directamente vinculado a su capacidad para proveer a una mujer y a su descendencia. Es probable que este pensamiento sea tan antiguo que se haya arraigado en nuestro propio ADN. De cualquier manera, se espera que las mujeres presten especial atención al estatus financiero y social a la hora de evaluar a un posible compañero. No obstante, la cantidad «mínima» de estatus y recursos requeridos para ser considerado un buen candidato sexual, probablemente varíe drásticamente de una mujer a otra (Fiore, 2021).
Muchos hombres se quejan de que las mujeres son interesadas y numerosas mujeres consideran que la mayor parte de los hombres son superficiales y sólo las desean por sus cuerpos. Ni unos ni otros están del todo equivocados, pero han optado por sobre simplificar las cosas.
A cierto nivel la mayoría de las personas reconocen que resulta atractivo a los demás, lo cual explica por qué muchos varones deciden invitar a mujeres a salir a lugares bonitos, regalan flores y procuran demostrar su capacidad de proveer; mientras que las mujeres por su parte invierten gran parte de su tiempo y recursos en elegir las prendas que mejor hacen lucir su cuerpo, se maquillan, compran todo tipo de productos para lucir más jóvenes, hacen dietas y se toman mil fotografías antes de decidirse por alguna que les beneficie, las cuales suele pasar por numerosos filtros que garanticen ocultar sus imperfecciones físicas antes de ser subidas a alguna red social. Es natural que ante tales prácticas, unos y otros al no conseguir los resultados deseados sobre el otro género critiquen los procesos de elección de pareja de los otros, en vez de seguir trabajando en mejorar los propios.
Así como a los hombres nos gusta estar con una mujer que además de serlo, nos aprecien por quienes somos más que por lo que tenemos; a las mujeres les gusta estar con hombres valiosos que vean en ellas algo más que un culo bonito y unas preciosas tetas. Lo cual nos revela elementos muy interesantes sobre el mecanismo de atracción femenino: buscan hombres de alto valor que además de tener éxito, estén dispuestos a conectar con ellas de una manera más profunda que el simple deseo sexual, es decir que les provean las emociones que ellas están buscando.
La mayoría de las chicas hermosas a cierta edad ya han tenido experiencias sumamente negativas en sus elecciones de pareja; por lo general por haber elegido a hombres que en un comienzo se mostraban como más valiosos e interesados en sus necesidades afectivas de lo que realmente estaban. Es por ello que al conocer a nuevos chicos suelen tener sus defensas emocionales muy altas; lo que hace especialmente difícil conectar con ellas, puesto que están a la espera de cualquier evidencia de falsedad en su persona. Para ganar la confianza de las mujeres resulta indispensable ser congruente, pues por sí sólo esto de diferenciará de todos los demás.
¿Cuáles son las características que las mujeres encuentran más atractivas?
Recapitulando podemos identificar tres características fundamentales que resultan atractivas para las mujeres de los hombres al momento en que éstos las seducen:
Valor. El cuál puede estar representado por cualquier forma de éxito que resulte especialmente interesante para la mujer en concreto.
Inteligencia emocional. Que implica la capacidad de saber gestionar sus propias emociones y generar en ella, aquellas que busca.
Congruencia. La cual será objeto de escrutinio a cada paso de la interacción en tanto no tenga certeza de que exista una clara identidad entre lo que es y aparenta ser.
La esencia del juego de la seducción en lo que respecta al hombre radica en proyectar las características de valor apropiadas para el tipo de mujer que desea seducir; crear experiencias emocionales interesantes y salir avante de los diversos test que la chica te presente. Todo esto debe adecuarse, evidentemente al contexto en que ambos se relacionan.
Si te interesa aprender estrategias específicas para diversos contextos que se te presenten, te invito a empaparte del contenido de ésta página.
Si tienes alguna duda o sugerencia de tema que quieras que aborde en el futuro, siéntete libre de escribirlo en la caja de comentarios o en la página de contacto. Siempre estoy en la mejor disposición de ayudarte.
No dejes de visitar mis canales de YouTube y TikTok Siempre estoy en la mejor disposición de ayudarte.
Referencias bibliográficas.
Dunbar, R., Barrett, L., & Lycett, J. (2011). Evolutionary Psychology: A Beginner’s Guide: Human Behaviour, Evolution and the Mind: Oneworld. Oxford. https://amzn.to/3LCOlmY
Duque Osorio, J. F. (2018). Psicología Evolucionista de la Selección de Pareja(s) en Humanos. Innovación y Ciencia, XXV(1). https://innovacionyciencia.com/articulos_cientificos/psicologia-evolucionista-de-la-seleccion-de-parejas-en-humanos
Ellis, B., & Symons, D. (1990). Sex differences in sexual fantasy: An evolutionary psychological approach. Journal of Sex Research, 27(4), 527–555. https://doi.org/10.1080/00224499009551579
Evans, D., & Zarate, O. (2010). Introducing Evolutionary Psychology: A Graphic Guide. Totem Books. https://amzn.to/3LNxOg2
Fiore, G. (2021, March 2). What Women Want in a Man (According to Science). Confidence to Achieve. https://confidencetoachieve.com.au/what-women-want-in-a-man-according-to-science/
Greitemeyer, T. (2007). What do men and women want in a partner? Are educated partners always more desirable? Journal of Experimental Social Psychology, 43(2), 180–194. https://doi.org/10.1016/j.jesp.2006.02.006
Li, N. P., Yong, J. C., Tov, W., Sng, O., Fletcher, G. J. O., Valentine, K. A., Jiang, Y. F., & Balliet, D. (2013). Mate preferences do predict attraction and choices in the early stages of mate selection. Journal of Personality and Social Psychology, 105(5), 757–776. https://doi.org/10.1037/a0033777
Low, B. (2001). Why Sex Matters: A Darwinian Look at Human Behavior. Princeton University Press. https://amzn.to/3uZ0DAd
Moir, A., & Jessel, D. (1992). Brain sex: the real difference between men and women. Dell Pub. https://amzn.to/3GRXdBt
Overbeek, G., Nelemans, S. A., Karremans, J., & Engels, R. C. M. E. (2013). The Malleability of Mate Selection in Speed-Dating Events. Archives of Sexual Behavior, 42(7), 1163–1171. https://doi.org/10.1007/s10508-012-0067-8
Pillsworth, E., & Haselton, M. (2006). Women’s sexual strategies: The evolution of long-term bonds and extrapair sex. Annual Review of Sex Research, 17(1), 59–100. https://www.tandfonline.com/doi/citedby/10.1080/10532528.2006.10559837
Pinker, S. (2009). How the Mind Works. W. W. Norton. https://amzn.to/3GUwh3Q
Salmon, C., & Symons, D. (2004). Slash fiction and human mating psychology. Journal of Sex Research, 41(1), 94–100. https://doi.org/10.1080/00224490409552217
Schmitt, D. P. (2003). Universal sex differences in the desire for sexual variety: Tests from 52 nations, 6 continents, and 13 islands. Journal of Personality and Social Psychology, 85(1), 85–104. https://doi.org/10.1037/0022-3514.85.1.85
Snitow, A. B. (1979). Mass Market Romance: Pornography for Women is Different. Radical History Review, 1979(20), 141–161. https://doi.org/10.1215/01636545-1979-20-141
Stulp, G., Buunk, A. P., & Pollet, T. V. (2013). Women want taller men more than men want shorter women. Personality and Individual Differences, 54(8), 877–883. https://doi.org/10.1016/j.paid.2012.12.019
Weckerly, F. W. (1998). Sexual-Size Dimorphism: Influence of Mass and Mating Systems in the Most Dimorphic Mammals. Journal of Mammalogy, 79(1), 33–52. https://doi.org/10.2307/1382840
0 comentarios