¿Una relación estable puede hacerme beta? ¿Sientes que te has oxidado desde que tienes pareja? Hay algo que debes saber sobre la betaización.
La respuesta: depende. Sería demasiado simplista decirte que sí, cuando hay ocasiones en que esto no ocurre, por lo que preciso darte un poco de contexto.
¿Alguna vez te ha ocurrido que seduces a una chica mostrándote como un hombre altamente preseleccionado, pero al formalizar ella reniega de dichas características? Si tienes ya un poco de camino recorrido en el mundo de la seducción, es muy probable que sí.
Los hombres alfa solemos disponer de abundancia de opciones, somos determinados y tomamos de la vida lo que queremos y cuando queremos; características todas que resultan irresistibles para muchas mujeres.
Algunos de nosotros deciden saltar de cama en cama sin jamás comprometerse y por tanto, nunca tienen que negociar los términos de una relación; puesto que jamás llegan a ese punto sus interacciones. Pero habemos quienes decidimos sentar cabeza y por tanto, como parte de la propia cotidianeidad, precisamos negociar muchísimas cosas; desde si seguiremos o no acostándonos con otras mujeres además de nuestra pareja estable, hasta quién se encargara de hacer qué de las actividades domésticas. Y es precisamente ahí donde surge un concepto muy interesante y pernicioso para la vida del hombre alfa: la betaización.
La betaización es un tema poco tratado y políticamente incorrecto, por lo que no espero que todos ustedes lo vean con buenos ojos. Quizá haya quienes me puedan tachar de misógino por el sólo hecho de sugerirlo; lo cual es algo falaz. Hay pocos hombres que tengan en tan alta estima a las mujeres y crean tan fervientemente en la equidad de género como yo. De antemano les digo que no se trata de eso. Yo sólo me limito a explicar desde mi perspectiva la realidad, si tu perspectiva es distinta, estás en todo tu derecho de disentir.
Se le suele llamar betaización al proceso mediante el cual un hombre alfa es convertido en beta por la dinámica de una relación estable. Ésta se genera poco a poco, en la medida en que el marco de premio de tal hombre se comienza a desmoronar.
En la medida en que el hombre alfa se enamore más profundamente; sentirá un mayor apego hacia su mujer y estará dispuesto a ceder a sus exigencias fácilmente. Por su parte la mujer que ha logrado retener “al hombre de su vida”, tenderá naturalmente a tratar de evitar que alguien más pueda robárselo. Algunas mujeres que no se sienten a la altura de su hombre, una vez que la relación se vuelva monógama; buscarán dilapidar las fuentes de valor de él, así como reprimir sus actitudes alfa que pudieran representar un peligro para la estabilidad de la relación.
Si el hombre es un excelente bailarín, la mujer podría mostrarse incómoda al verlo bailar con otras por la atracción que esto provoca; aun cuando lo que la atrajo en un primer momento fue esa habilidad suya y la alta preselección que generaba con ello. Es común que fisicoculturistas abandonen las pesas al casarse o que los músicos reemplacen la guitarra por un portafolio tras sentar cabeza.
Lo verdaderamente triste de la betaización es que no sólo destruye el atractivo de los hombres, sino que hace que las relaciones fracasen.
Un día, tras años de betaizar a su hombre, la mujer se percata que el sujeto que tiene a su lado; ese servil y amoroso beta, ha dejado de hacerle sentir la chispa y el deseo que la volvía loca cuando empezaron a salir. Algunas mujeres para entonces se volverán cada día más hostiles y terminarán hiriendo los sentimientos de su hombre beta cada que les sea posible.
Hay mujeres que por nostalgia, se conforman con los despojos de hombre que viven con ellas; les tratan con frialdad y les entregaran sexo por compromiso cada fin de semana. A menudo les recriminan silenciosamente no ser lo que eran; mientras se entregan en secreto a hombres más alfa, en un triste intento de revivir buenos tiempos. Las más de las veces, simplemente los dejan por el hecho de que “el amor” se ha acabado. Para entonces, el hombre que alguna vez fue alfa habrá desaparecido, dejando en su lugar a un pobre beta sólo y desvalorizado.
Tras analizar un escenario cómo este; es posible entender que no es casualidad que los hombres cometamos más suicidios y suframos problemas emocionales más graves tras las separaciones que las mujeres.
¿Debería vivir una vida promiscua sin apegos emocionales para evitar ser betaizado?… No es algo que esté recomendando, pese a que existen corrientes de pensamiento que así lo indiquen; como es el caso de los MGTOW (Men going their own way), quienes consideran que vivir sin vínculos emocionales con ellas es la mejor alternativa. NO ES MI CASO.
Resulta inmaduro que por temor a la betaización los hombres debamos abandonar los placeres de amar a una mujer y construir con ella una relación estable. Sin embargo, tampoco considero conveniente que ningún seductor, desconozca la existencia de los procesos de betaización a que he hecho referencia.
No se equivoquen, las mujeres no betaizan al hombre de manera consciente. Es una reacción instintiva y hasta socialmente justificada tomando en consideración las dinámicas relacionales tradicionales de la sociedad occidental.
¿Hay manera de evitar la betaización? Por supuesto, pero no me gusta cansar a mis lectores, por lo que hablaré de ello en otro post.
De momento es todo. Como siempre es un gusto compartir con ustedes éstas reflexiones, soy tu ala y amigo Belman. Espero que tengas un excelente día.
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